La Posmodernidad se presenta como un pensamiento que
desestabiliza las ideas modernas y sus vínculos con la realidad, no de forma
negativa sino renovadora de ideas para las condiciones nuestro presente, así
también hace problemática la creencia en el progreso, la periodización
moderna de la historia y el individuo como conocedor y hacedor autosuficiente.
Gran parte de estas ideas son entrevistas desde la temprana Posmodernidad con
Nietzsche y Heidegger, ellos son vistos como los grandes precursores de este
pensamiento estabilizador y crítico de la Modernidad.
En el caso de Nietzsche su crítica es hacia los
valores que se han sembrado en la cultura occidental, como la consagración de
hombre bueno que se ha dado en la religión católica. Además, con su
súper-hombre se aproxima a una vida lúdica y llena de deseos para el hacer del
hombre como un animal excepcionalmente peligroso. Nietzsche deslumbra un
presente del que la Posmodernidad toma una especial resonancia, precisamente
por los acontecimientos que vive el hombre lo hacen percibir el mundo de manera
diferente y configurarlo de acuerdo a su acontecer. Con Nietzsche la Modernidad
renuncia al carácter emancipatorio que la había acompañado; la razón es
confrontada con algo totalmente diferente a ella. En su lugar se afirma la
experiencia antigua de una subjetividad libre de barreras de conocimiento,
finalidades, de todo imperativo, de la utilidad y de la moral. Finalmente, Heidegger se posiciona ante el pensamiento posmoderno como
una capacidad de diagnosticar la mundanidad del mundo y su perspicacia con el ser.
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